sábado, 1 de septiembre de 2012

Twisted Alejandro Sanz

A veces, te juro,  quisiera no darte la vida entera.

domingo, 12 de febrero de 2012

Stalk

stalk 2  (stôk)
v. stalkedstalk·ingstalks
v.intr.
1. To walk with a stiff, haughty, or angry gait: stalked off in a huff.
2. To move threateningly or menacingly.
3. To track prey or quarry.
v.tr.
1. To pursue by tracking stealthily.
2. To follow or observe (a person) persistently, especially out of obsession or derangement.
3. To go through (an area) in pursuit of prey or quarry.
[Middle English stalken, from Old English -stealcian, to move stealthily (inbestealcian).]

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No tienes idea del número de veces que he hecho esto. Justo ahora estoy mirando una pequeña foto tuya al lado derecho de mi monitor, en la ventana de chat. Desde luego, no te envío ni un mensaje. Sólo te observo. 
He seguido cada movimiento tuyo. Las fotos que subes al Facebook: aquellas de tu niñez, con tu familia,las de tu última fiesta de cumpleaños en la que apareces con toda aquella gente antipática que por lo que sé, sigue formando parte de tu vida. Sé de las risas con tus amigas. He visto tus actualizaciones de estado. A veces poéticas. A veces estúpidas. Siento que te conozco en lo más interno. La música que escuchas, ¿sabes? El último video que subiste me emocionó: Descubrí que cuando fuiste a ver aquella película el soundtrack te impactó tanto como a mí. Sentí la tentación de darle like. Pero no lo hice, me contuve. Hay que ver lo que es la fuerza de voluntad. O la timidez. O la cobardía. O el simple gusto de nunca cambiar. Claro que también tienes gustos que yo aún no comprendo... ¿en verdad te agradan tanto los gatos? Y nunca hubiera imaginado que te has lanzado del paracaídas. Creo que alguna vez yo también lo haré. Y no te sorprendas si alguna vez me encuentras vacacionando donde mismo que tú. Esas fotos en la playa... que ganas de estar ahí. Conozco dónde te encuentras. Justo ahora. Sé que estás en aquel pequeño cafecito de moda que yo ni de chiste pisaría. A no ser por ti. Imagino que estoy ahí contigo, porque, después de todo, contigo todo sería diferente. Tal vez vestiría de otro modo, como todo tu rídiculo círculo de amigos. Buscaría vivir más cerca de tu colonia. Más chic. Cada cambio de mi personalidad lo debo a ti, desde que me agregaste a tu lista de amigos hace cinco años. Cinco. Es curioso estar ahí, tomando en cuenta que en el colegio apenas si me dirigiste la palabra. No eramos amigos. Hace diez años. Ahora sé más de ti. 
Subiste de peso. No importa. Y el último corte de cabello te sienta muy bien.
Terminaste una carrera, ¡y estás haciendo una maestría! 
Tu trabajo... no lo envidio para nada. Debe ser estresante.
Vi que estuviste en París tan sólo una semana después de que yo fui. Fatum. 
Has pasado de Single In a relationship unas dos veces. Pareces estable. Actualmente eres Single. A veces me pregunto si debería aprovechar.
No diré tu nombre, no, dejaría de ser emocionante. Y en verdad, no creas, no tengo absolutamente ninguna intención de acercarme a ti. Me gusta más mi estatus de observer. Stalker. Siempre ha sido mejor así. Temo que me decepciones, de lejos nunca jamás lo harás. 
Tal vez después de leer esto decidas borrarme de tu lista. Lo entenderé. Seré feliz. Porque eso significará que, de alguna forma, tú también me sigues a mí. 


*Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. 

sábado, 28 de enero de 2012

Hoy me dieron ganas de escribir

Pero no estoy inspirada. Es decir, afuera llueve. Y hace frío. Y estoy escuchando la música que de niña me hacía querer llorar, pero no lloraba, aquella con la que soñaba con el amor. Además he tenido unos días terribles; la semana pasada estuvo cargadísima de trabajo y me desvele por años, en serio, por años, y eso que sólo fue una semana. Hoy quisiera relajarme, y en verdad quiero escribir, quisiera sentir mis dedos recorrer las teclas, o una pluma entre mis dedos, quisiera sentir veloces mis pensamientos volcarse hacia mis manos y escribir. Pero tampoco tengo nada interesante que decir. Es extraño, es curioso, sentir este deseo, ¿por qué habría de tenerlo, si en realidad no tengo nada que decir? He descubierto que mi vida está vacía de toda experiencia.

sábado, 14 de enero de 2012

Deseo de una muerte vertical

Deseo de una muerte vertical
de Ícaro chocando contra
el pavimento en la ciudad
escuchar los rugidos
de las bestias de metal
que avanzan veloces
bajo el puente peatonal.

Eco sonoro, paso a desnivel,
el vértigo que invita cual
peligrosa sirena maldita...
¿Cómo evitar este sueño suicida?

Para lograr la inmortalidad
hay que vencer la mortalidad...

Abrir las alas sin alas,
dilatar las pupilas,
palpitar la sangre,
dejarla correr.

Respirar profundo.
Dejar de respirar.
Volar...

jueves, 12 de enero de 2012

Espero la frontera

Desde mi adolescencia creo, yo anhelaba la frontera.
Los límites me atraen. No cruzarlos.
Estar parada ahí en medio de la nada.
Adivinar.
Soñar.
Imaginar.
Mirar.
Cerrar los ojos.
Eso es lo propio de la frontera.

viernes, 30 de diciembre de 2011

Propósitos para el fin del mundo

Mis propósitos de este año son algo materialistas. Ni me importa, porque soy material. El año pasado, 2011, cumplí varios de los 12 propósitos que me hice:
1. Hice ejercicio (yoga)
2. Di un taller de literatura para niños
3. Fui a varios talleres (de Filosofía para Niños, de danzas y juegos cooperativos, de mimo y bufón)
4. Empecé a estudiar un nuevo idioma (¡japonés!, ¿quién lo diría?)
Satisfactorio en gran medida fue cumplir con ellos. Ahora tengo los siguientes:
1. Viaje al extranjero
2. Relajarme un poco más
3. Cambiar de casa... ahora sí
4. Comprar carro (y aprender a manejar)
5. No dejar de cumplir con mis propósitos del año anterior
6. Enfocarme en empezar la maestría
7. Ahorro: Yo sé para qué...
Sólo siete, número mágico.
A ver qué pasa...
Saludos y feliz inicio de 2012 :)

martes, 23 de agosto de 2011

Invocando al Espíritu de la Danza, para que se apiade de un cuerpo torpe y sin gracia

¿Y mi cuerpo? Mi cuerpo nunca aprendió a imaginar.
Sus manos son palomas, no lo sabe,
su cabello es la espuma del mar,
sus pechos dunas en el desierto,
entre su espalda corre un riachuelo...
Pero mi cuerpo... mi cuerpo no sabe imaginar.
Produce luz y la opaca,
al abrir los ojos la irradia,
como soles, como estrellas son sus ojos...
¡Qué triste! ¡No lo saben!
Se oscurecen ante otros ojos.
Mi cuerpo quiere tener alma propia.
Mi cuerpo quiere ser poesía.
Quiere que sus árboles sean piernas.
Quiere que sus flores sean caderas.
Quiere que sus pétalos sean manos.
Quiere que sus pies sean de gacela.
Quiere tener plumas en los brazos.
Quiere que sus brazos sean alas.
Si tiene la pesadez de una roca,
quiere ser roca.
Cenizas.
Quiere todo él ser llamas...
olas que rompen en la playa...
una montaña...
la luz de las mañanas.
La luna.
Mi cuerpo necesita un alma.
Un alma diferente a la mía,
un alma que le permita imaginar: en movimiento.
Un alma que le permita reproducir lo que siento.
¿La filosofía? La filosofía no enseña nada.
La religión... todo es lo mismo.
Desprecio del cuerpo:
¡Pero yo quiero un cuerpo vivo!
Un cuerpo mío...
un cuerpo que imagine.

sábado, 11 de junio de 2011

Sentir la dulce
simplicidad de volver
a tus labios...

martes, 20 de julio de 2010

Leer cuentos infantiles

De aquellos clásicos me hace sentir muy feliz, fairy tales... cuentos de Hans Christian Andersen, como "El yesquero" y los perros con ojos del tamaño de tazas de café, de ruedas de molino y de la Torre gigante; cuentos como "La Reina de las Nieves", "Los cisnes salvajes", "La princesa y el guisante"; cuentos de los Hermanos Grimm como "Los siete cuervos" y también de Perrault (el más perverso) con "Barba Azul" y el incestuosísimo "Piel de Asno", que no por ello deja de ser un hermoso cuento, fantástico.
Hace unos días encontré también un cuento que escuché a medias en preprimaria, era el de "Medio pollico"... para mi fue por casi 20 años el cuento del cuarto pollico. Ahora ya sé en que termina y es fabuloso. Nunca pensé que terminaría así.
En fin que me he dado a la tarea de rescatar esos viejos cuentos del olvido y he descubierto que los niños los siguen encontrando estupendos, al menos así me pasa con mis hermanos chicos.
Si alguno de mis lectores ocasionales recuerda el título de algún cuento que haya marcado su infancia por su genialidad, les ruego que me lo den a conocer.
Por el momento los invito a que lean también "El collar de la princesa Fiorimonde", de Mary de Morgan.
Saludos.

sábado, 12 de junio de 2010

Camión

Lo abordé como tantas otras mañanas, con el pelo todavía húmedo tras el rápido regaderazo madrugador, las ojeras bien marcadas, la cara lavada. En la mano derecha, como siempre, llevaba la credencial y unas cuantas monedas; en la izquierda, la bolsa y un dedo que contaba que fueran $4.50 exactos, pues ya sé que si le doy al chofer cinco pesos no me devuelve el cambio. Y resultó que no, sólo tenía cuatro monedas de un peso y una de cinco; ni hablar, le tuve que dar esta última y todavía me quedé con la mano extendida esperando mi cambio (¿será acaso que llevo ya tantos años viviendo en Monterrey que se me ha pegado lo "coda"?). Malamente, pues además de que ni en sueños iba a obtener la monedita deseada, el conductor dio tal frenón para pasar un tope, que se me zafó la mano del tubo que venía agarrando para no caerme y casi voy a estamparme contra el parabrisas. 
Por fortuna esto no pasó, pero decidí que lo mejor sería olvidarme de mi dinero y optar por mi seguridad, así que fui avanzando a través del pasillo aglomerado de gente en espera de que se desocupara algún lugar para sentarme.
El camionero seguía pisándole como alma que lleva el diablo y mientras todos los pasajeros saltábamos de un lado a otro; inlcuso a una mujer que iba dormitando se le veía dar tremendas cabezadas involuntarias. Finalmente se quedó vacío un asiento al final del camión y puesto que muchos de los pasajeros ya bajaban, no tuve problemas para ocuparlo. 
Tengo la mala costumbre de mironear a la gente que va en el camión. Una vez por ejemplo, me tocó sentarme al lado de una chica que en toda la hora que duró nuestro trayecto no dejó de maquillarse.  De su bolso salían y salían tubitos de labial y gloss; delineadores líquidos y de lápiz para labios y ojos; maquillaje líquido y polvo traslúcido; sombras de mil colores para los ojos; brochas grandes y pequeñas; un estuchito de rubor y finalmente un rizador de pestañas. Terminé mareada aquella vez.
En esta ocasión, me llamó la atención el hombre que iba adelante de mí. Se trataba del típico trabajador de obra, el clásico albañil: llevaba una playera blanca mugrosa de cemento, tierra y sudor al igual que los pantalones de mezclilla; la piel morena por el sol y sobre la cabeza una gorra roja promocional de un partido político de izquierda. El hombre no dejaba de mirar hacia la otra fila de asientos con una sonrisa extraña, y así anduvo volteando y volteando hasta que pasó por el pasillo una mujer que resultó ser la misma que iba dormidota. De repente hubo un nuevo frenón, pero no lo suficientemente fuerte como para que se cayera; sin embargo aquel hombre aprovecho para salvar a la damisela en peligro sosteniéndola de la cintura, que por cierto, llevaba medio descubierta por la blusa mostrando un vientre algo abultado.y guango Ella simplemente se le quedó mirando como sin saber si golpearlo o agradecerle y se bajó del camión.
Ahora la mirada del hombre cambiaba de rumbo: hacia la ventana, con la misma sonrisa; la mujer caminaba.
Yo también miré por la ventana y observé a un modelo que, sin camisa, presumía un bronceado seguramente adquirido en el Mediterráneo y me miraba también desde el parabús anunciando alguna fina loción francesa.
Y me puse a pensar: ¿Qué hubiera pasado si en vez de la mujer desconocida hubiera sido yo la que casi caía, y si en vez del albañil hubiera sido el modelo quien me rescataba? ¿Habría querido golpearlo? No lo creo. Pero es tan difícil saberlo.
Llegué a mi parada y me bajé ahora para abordar el metro. Me faltaban cincuenta centavos.