martes, 23 de agosto de 2011

Invocando al Espíritu de la Danza, para que se apiade de un cuerpo torpe y sin gracia

¿Y mi cuerpo? Mi cuerpo nunca aprendió a imaginar.
Sus manos son palomas, no lo sabe,
su cabello es la espuma del mar,
sus pechos dunas en el desierto,
entre su espalda corre un riachuelo...
Pero mi cuerpo... mi cuerpo no sabe imaginar.
Produce luz y la opaca,
al abrir los ojos la irradia,
como soles, como estrellas son sus ojos...
¡Qué triste! ¡No lo saben!
Se oscurecen ante otros ojos.
Mi cuerpo quiere tener alma propia.
Mi cuerpo quiere ser poesía.
Quiere que sus árboles sean piernas.
Quiere que sus flores sean caderas.
Quiere que sus pétalos sean manos.
Quiere que sus pies sean de gacela.
Quiere tener plumas en los brazos.
Quiere que sus brazos sean alas.
Si tiene la pesadez de una roca,
quiere ser roca.
Cenizas.
Quiere todo él ser llamas...
olas que rompen en la playa...
una montaña...
la luz de las mañanas.
La luna.
Mi cuerpo necesita un alma.
Un alma diferente a la mía,
un alma que le permita imaginar: en movimiento.
Un alma que le permita reproducir lo que siento.
¿La filosofía? La filosofía no enseña nada.
La religión... todo es lo mismo.
Desprecio del cuerpo:
¡Pero yo quiero un cuerpo vivo!
Un cuerpo mío...
un cuerpo que imagine.